sábado, 11 de agosto de 2012

Cronicas del dia Z # 4.4

"Las cronicas del día Z"
"Los cuatro jinetes del apocalipsis"

Ultimo interludio

Giovanni se sorprendió cuando las botas del militar resonaron en el techo de aquella casa. La multitud se encendió nuevamente en una disonancia de gemidos y alaridos producidos no por el aliento cálido de un cuerpo vivo, sino por la concentración de gases putrefactos pasando por las cuerdas vocales. Giovanni no entendía que ocurría, o el por que de tan repentino despliegue de febril actividad, solo notó que Máximo daba vueltas alrededor del techo, como buscando algo, las criaturas, al verlo, tuvieron una reacción inmediata, impelidas por su primitivo deseo de alimentarse, extendían las manos hacia el Militar, y arañaban inútilmente el aire. De inmediato, se levantó he intercambió miradas con el militar.

-¿Cuantos de ustedes traen fósforos? -preguntó el militar con ánimo y esperanza en la mirada.

-Hay un encendedor en la mochila verde -Aclaró Meli con curiosidad. El militar se acercó hasta la mochila, sacó el escurridizo objeto y lo encendió, la pequeña llama que salía de la espita de aquel encendedor de butano iluminaba los ojos y el futuro del militar. El militar los llamó y les explicó su plan.

-Voy a causar un incendio -Dijo seca y tajantemente- aprovecharemos la sequía e incendiaremos el pasto, arrojando estacas encendidas. El fuego consumirá a algunos, y ahuyentará a los otros. De esa manera podremos bajar y largarnos de aquí.

-¡Que carajos estás diciendo! estás loco. Vamos a morir quemados. -Dijo Giovanni sin esperar otra respuesta. Omar por su parte, luego de meditar un poco en la situación se volvió hacia Giovanni y dijo:

-Si, es una locura, pero es la última locura que nos queda -Luego volviéndose hacia los demás, añadió- Si nos quedamos aquí, moriremos de sed en un par de días. Si intentamos esto, al menos tendremos una oportunidad de luchar por nuestro pellejo. Meli añadió:

-Si voy a morir, al menos elijo que sea tratando de sobrevivir. Los demás, demoraron un poco más, pero accedieron luego de pensarlo un poco, todos coincidían en que aunque parecía una tontería, era lo único que les quedaba. El sol estaba empezando a ocultarse, y daba paso a una calurosa noche.

-Lo haremos al amanecer. De noche ellos tienen la ventaja de que no podemos verlos -Dijo Don Enrique.

Nadie pudo dormir esa noche. El olor dulzón a carne podrida ofendía y atacaba las narices de todos con esa picante sensación. Los gemidos creaban una atmósfera que no tranquilizaba nada, y esos arañazos y golpes en las paredes, en inútiles intentos por subir hacían aun más difícil conciliar el sueño. Eventualmente, se derribaban entre si, sonando como sacos de patatas contra el suelo. Toda una sinfonía.
Máximo decidió aprovechar el insomnio y, usando su cuchillo, comenzó a hacer estacas a partir de las tablas de madera que estaban en el techo. Al ver eso, Giovanni, aunque sin aprobar del todo la idea de incendiar el lugar tomó el machete de Omar y se puso a ayudarle.

-¿Como pretendes hacerlo? -Preguntó Giovanni, el militar contestó con seguridad

-Ha habido una sequía muy severa para esta zona. Los patios están llenos de plantas secas y raquíticas, las calles están invadidas de basura, y algunos autos aun tienen algo de combustible, así que el fuego hará casi todo solo.

-¿Y si explota algún vehículo, o si llega hasta contenedores de gas? -Giovanni cuestionaba con miedo

-Los autos no explotan como en las películas, para que el tanque de combustible de un automóvil explote, necesita tener gasolina gasificada y estar cerrado a presión. Como lo haremos por la mañana, las cosas están un poco más frías, así que es casi imposible que la gasolina esté gasificada. En cuanto a los tanques de gas, a todos nos tomó por sorpresa el ataque de los no muertos, así que casi todas las válvulas de los tanques estarán abiertas, en cuanto se queme la línea que llega del contenedor hasta la estufa, el fuego hará que el gas que sale del tanque por la válvula se incendie, como si fuera un soplete, pero al quemarse de esa manera, no habrá presión acumulada y no explotará.La explicación del Militar sería convincente para todo el mundo, pero si algo le habían enseñado a Giovanni la presente situación era que no debía confiar en las probabilidades, después de todo, parecía imposible que los zombies existieran.


La incertidumbre hizo que la noche fuera larga. Apenas pudo conciliar el sueño menos de una hora antes de que el militar levantara a todos. Giovanni tuvo el mismo sueño que había tenido desde hacía dos meses y medio, soñó con los días felices, y de un momento a otro, todo se fue cubriendo de sangre, al final, vio zombies con caras conocidas, familia, amigos... siempre despertaba de un salto, empapado en sudor...

Corría un aire tibio y seco, prueba de que ese día haría un calor espantoso, lo cual animó a Máximo, su plan podría funcionar. El Militar se apresuró a enredar pedazos de tela alrededor de las estacas, todos cooperaron con las mangas de sus camisetas. Militar, incluso rasgó en trozos la suya, y terminó de envolver todas las estacas.

Giovanni notó algo. La forma tosca en que el militar hacía las cosas le recordó a Blasco.
-Ese loco -se decía en sus adentros- quien sabe si ya habrá llegado a Michoacán, o habrá muerto en el camino. Si su plan hubiera tenido algo de sentido no hubiese dudado en acompañarlo, pero... en verdad fue a buscar a alguien que tal vez ya esté muerta. Yo no arriesgaré mi vida por un cadáver.

Giovanni recordó que Blasco y Omar jamás habían tomado las cosas en serio. Blasco era más responsable que Omar, cierto, pero también era más arriesgado en sus decisiones.
-Si algo le apasiona -Decía- va tras eso, si algo le interesa, lo busca hasta debajo de la tierra. Daría igual si esa chica estuviera en Michoacán o en Tierra de Fuego, Blasco la buscaría por que se lo ha propuesto. Blasco siempre "jugó sus cartas al todo por el todo".

La voz del Militar sacó a Giovanni de sus pensamientos.
-Ayúdenme con esto; necesitamos colocarnos en posición, y, sin que nos vean los no muertos, encender las estacas y arrojarlas al césped reseco.
Cuando Giovanni lo pensó bien, en realidad parecía una idea de Blasco.
-Ese sujeto era un incendiario, un piromaniáco; -Se dijo y no pudo evitar sonreír- Al menos, debo reconocer que tenía suerte para librarse de sus fechorías.

Militar le arrojó un encendedor, y Giovanni lo atrapó rápidamente mientras tomaba la primer estaca. Giovanni, respiró hondo, accionó el encendedor, y dijo:
-Amigo... préstame tu suerte.
Una lluvia de estacas encendidas calló entre los no muertos. Sin embargo, el plan no funcionó como se esperaba. Las estacas cayeron entre los zombies, pero por unos minutos no ocurrió absolutamente nada. Cuando todos pensaron que todo había fracasado, notaron que una pequeña columna de humo negro salió desde la muchedumbre. Un no muerto, una mujer que traía un largo vestido verde estaba en llamas. La estaca le cayó encima, pasó caminando sobre ella, ni como saberlo. Lo cierto es que ahora tenían una bomba incendiaria con patas causando un candente ataque entre todos los no muertos. Varios más se incendiaron, a su vez, también el césped cuando uno de ellos cayó sobre él.
Rápidamente el aire seco hizo que el fuego corriera entre los patios y traspatios. Los zombies que arañaban y golpeaban las paredes parecía no importarles estar en llamas, pero a los que ocupaban las calles, algún resto del instinto de supervivencia los llamó a la huida, y comenzaron a retirarse.
Los autos que estaban estacionados en los alrededores, propiciaron que las llamas consumieran más rápido a los no muertos que aun deambulaban por los alrededores. Con su característica volatilidad, la gasolina en sus tanques propagó el fuego sobre los patios del otro lado de la calle, provocando que el incendio se hiciera enorme, más de lo planeado.

Militar veía como los zombies se retiraban, huyendo del fuego de la calle. La casa estaba rodeada por las llamas, y hacía un calor infernal, pero por lo menos, solo les quedaba esperar a que el fuego se disipara. Si es que ocurría antes de que se cocinaran.

Pasaron largos minutos, y la temperatura iba en aumento. La situación se hacía tensa, pues, si no salían de ahí rápido, morirían de deshidratación o de sofoco.
Giovanni comenzó a rodear el techo del edificio buscando un punto en que las llamas hubiesen cesado y les dieran una salida. Al ver esto, Omar, Meli, Enrique y David se apresuraron a hacer lo mismo.

Se escuchó un crujido, en el árbol que estaba junto a la casa, Enrique y David iban cruzando junto al árbol cuando este, consumido en el tronco por las llamas, cayó, derribando a Enrique entre el incendio, e incendiado a David, quien también, ciego por el dolor, se arrojó a las llamas. Ni que decir de los gritos que siguieron a eso.

Meli se acercó a la orilla donde David calló al fuego, y vio como algunos de los no muertos que arañaban las paredes, se acercaban a David, quien aun se retorcía de dolor entre las brasas. Meli solo recogió la Biblia que David atesoraba, y sin decir una palabra la metió en su bolsillo, no por un simple recuerdo, sino por que hubo otra cosa que le llamó la atención. Notó que el techo estaba calentándose más de la cuenta, ya se había incendiado el interior de la casa, el techo podría colapsarse pronto.

Giovanni fue el de la idea, luego de ver las láminas de Zinc hizo una seña a Omar para que le ayudara a cargar una. La tomaron entre los dos y arrojaron sobre el patio en llamas. Creaba un puente perfecto para cruzar entre el fuego, pero tenían que ser rápidos, aunque no se quemaría, se calentaría como sartén.
-¡Salta! -Dijo Giovanni a Omar
-¡Estás loco! ¡Aprecio mi vida! -Respondió rápidamente Omar.
-¡Ahora sales con que tienes sentido común!

Giovanni tomó a Omar del cuello de la camisa y lo arrojó sobre la lámina.
Omar cayó de pie, pero, al palpar un poco la lámina, supo que tenían poco tiempo. Meli tomó un pedazo largo y pesado de madera que habían sobrado de las estacas y saltó hacia la lámina, siendo recibida caballerosamente por Omar.

Omar quería quedar bien con la chica, pero esta lo empujó descortés mente. Al notar esto, Omar, para suavizar las cosas dijo:
-Recuerda que me debes una

Meli no contestó.Jolly saltó también, pero al caer, su pie falseó y se escuchó un terrible crujido. Jolly no pudo evitar dar un grito, pero no había tiempo que perder, y Omar, mandó que se retiraran de la lámina hacia la calle. Militar, Arlenne y por último Giovanni saltaron hacia la lámina. Para cuando salieron a la calle los zapatos de Omar ya estaban empezando a fundirse en la lámina. pero ese era el más pequeño de sus problemas.

Mientras avanzaban por la calle sorteando basura, una silueta llameante salió desde el patio y se arrojó sobre Arlenne, derribándola sobre el césped de, ella gritaba, tanto por las quemaduras como por el hecho de que un cadáver atacaba su cuello. Militar no pudo hacer nada, el fuego le impedía entrar a defender a su chica. Más no muertos llameantes salieron desde la casa, Omar estuvo a punto de ser atrapado pero Meli recibió al no muerto con el leño, derribándolo.
-Estamos a mano- dijo Meli con sarcasmo.

Jolly no tuvo tanta suerte, fue atrapada y asesinada a media calle por otro no muerto, irreconocible por la calcinación.
Omar y Giovanni se apresuraron a halar al militar, quien aun estaba tratando de ayudar a su novia, los gritos ya habían cesado hacía unos momentos, pero él no quería dejarla. Meli cubría el avance vigilando que no hubiera más atacantes, mientras avanzaban a paso veloz por la calle, rodeados de las llamas del incendio que ellos mismos provocaron.

El avance fue silencioso, luego de tan súbitas pérdidas, no había ánimos de decir nada. El incendio llegó hasta una avenida. Un viejo mustang estaba con las puertas abiertas justo a la mitad.
Un rayo de esperanza iluminó el rostro de Omar al ver que tenía las llaves puestas.

Ni un vidrio roto, ni una mancha de sangre. La batería estaba baja por el desuso. Pero ese no era un impedimento grande. Meli subió al auto de mala gana, mientras los tres empujaban para arrancarlo. Omar tomó el volante en cuanto el Mustang dio marcha. Se alejaron a toda velocidad por la calle, nuevamente un auto los sacaba de una ciudad, nuevamente eran menos que cuando llegaron, nuevamente los no muertos caminaban tras el auto.

Giovanni definió algo en su mente, en el mundo de los vivos hay que ser razonable, pues la realidad rige todo, pero esa ley fue rota cuando los no muertos comenzaron a caminar en la tierra. Ahora es momento de que también él, empiece a jugar al todo por el todo.

------------- EPILOGO-----------

Meli, al acomodarse mejor en el asiento, sintió que algo le molestaba en uno de sus bolsillos. Recordó que aun traía la vieja Biblia de David. Meli la abrió y se topó con una lámina que ponía a los cuatro jinetes del apocalipsis. Al mirar un poco al tablero vio el clásico símbolo del Mustang, y sonrío un poco.
- ¡Hasta que te veo sonreír! -Dijo Omar con admiración. Meli solo se quedó mirando un momento a Omar, pero se contuvo de decir cualquier cosa, en un mundo de no muertos, no hay espacio para el humor oscuro, ni siquiera entre los cuatro jinetes del Apocalipsis.

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