sábado, 11 de agosto de 2012

Cronicas del dia Z # 4.3

LAS CRÓNICAS DEL DÍA "Z"

4ta Parte

"Los cuatro jinetes del apocalipsis"

Tercer Interludio

La situación ahora si estaba jodida... Máximo pensaba en todas las posibles salidas que le quedaban, y en realidad solo se le ocurría una... -Somos 8, pongo el rifle en "manual" y que cada quien muerda el cañón cuando se le antoje...Ahora, luego de semejante despliegue de estupidez estaban varados en el techo de una casa, en un jodido pueblucho del estado de Puebla, rodeados de centenares de zombies que llegaban de todas direcciones... -No hay escape -se repetía una y otra vez en su cabeza- Nada nos indica que se olvidarán de nosotros y se irán, las veces anteriores, habíamos procurado que no asociaran el ruido con nuestra presencia, pero ahora, nos hemos delatado... Joder. Esos gritos, esos disparos debieron llamar a un maremágnum de zombies de todas las cuadras vecinas en un radio de por lo menos un kilómetro...
Máximo y sus siete acompañantes se encontraban varados en ese techo, sobre la cabeza de cientos de hambrientos no muertos que caminaban empujándose unos a otros, apretados alrededor de la casa en la que habían entrado sus presuntas víctimas... Lo más desesperante era que algunos de ellos, golpeaban con las palmas las paredes, y algunos que, de alguna forma sabían que sus posibles presas estaban en el techo, arañaban inútilmente las paredes laterales de la casa en un intento por subir...Al menos tenían comida para dos días, si la racionaban bien, tal vez para cuatro... Y luego, podrían esperar unas horas, tal vez unos días, antes de morir de deshidratación abajo del ardiente sol.Máximo pensaba en todas las posibles maneras de hacerlo, pero nada le venía a la mente. Pensó que, si se refugiaban bajo las ramas de un raquítico y seco árbol que se alzaba junto a la casa, podían soportar un poco más el azote del sol. Los dos meses y medio de travesía, en la perspectiva de Máximo, llegaban a su fin.-Y pensar que tiré a loco a ese gordo... Hace dos meses y medio que tuve advertencia de esto, y por incrédulo no pude hacer nada, el precio que pagaría, sería la vida.Echando su memoria atrás, recordó a Armando llegando a su casa, pálido, aquel 12 de septiembre, cuando la noticia se dio. Cuando Armando supo que su sueño se había hecho realidad. Lo recordó también, tirado, justo a la mitad de una avenida, destrozado, pero aun lanzando inofensivas dentelladas mientras él se acercaba a recoger una escopeta que estaba tirada junto a él. Recordó aquella expresión de sorpresa o alivio cuando perforó su cerebro con su cuchillo. Pensaba en que tal vez nadie hiciera eso por él.A como pintaban las perspectivas, tal vez eran los últimos seres humanos vivos en la república mexicana. Tal vez los últimos del mundo. A menos que Blasco aun anduviera corriendo por ahí. Ese loco, tal vez fue suerte, tal vez era más de lo que decía ser, ni como saberlo, pero se las había ingeniado para cruzar solo todo el estado de Puebla en busca de sus amigos. Y ahora, si aun seguía con vida, tal vez ya estaba en Michoacán, o tal vez estaba escondido en algún otro punto, en planes de llegar a San Juan de Ulúa donde se supone, estaría su familia. O lo más probable, ya estaba muerto y deambulaba por ahí como todos los demás. -Al menos tenía buenas ideas- se decía a si mismo mientras recordaba la primera vez que lo encontró.Fue Blasco quien le dio la idea de los refugios altos, el que le dio el rifle, y la vez en la que se quedaron varados en casa de Omar, fue su idea la que los sacó. Apenas había pasado un día desde que Máximo y su novia se habían resguardado en su casa cuando tuvieron que abandonarla. Un idiota estrelló su auto en contra de la cerca trasera, lo que hizo que todos los no muertos que lo seguían entraran en el patio trasero de Máximo. Fue entonces cuando tomó lo que consideró le sería útil en su viaje, y salió por la puerta del frente de su casa. Avanzó en silencio y con cuidado, esquivando a todos los no muertos, sin embargo, cuando Armando montó un jaleo con su revólver, también puso en problemas a Máximo pues centenares de no muertos se reunían en dirección a aquel escándalo, lo que hacía que más caminantes ocuparan las calles. Él y su novia pasaron 2 días metidos en un contenedor de basura luego de acabarse los cartuchos de la escopeta y del revólver que encontraron junto a Armando, tuvieron que dormir entre cucarachas, ratas y la peste de la basura de un restaurante, hacinados sin hacer ningún ruido, pues había hordas de aquellos seres caminando en los alrededores. Cuando por fin pudieron salir, en la primera esquina, un desconocido detuvo a máximo poniendo la punta de una espada en el cuello de este. No habría sido tarea difícil el quitarle un arma así a un civil, pero este era diferente, inmediatamente después de detenerlo, se caminó sin dejar de apuntar hacia el lado derecho de Máximo, de tal forma que un movimiento con la mano libre de máximo fuera difícil, y tenía que soltar la escopeta si quería asirlo con la otra mano, un movimiento muy bien estudiado. Sin dejar de amenazar, le quitó a Máximo la escopeta, y la revisó, luego la arrojó sobre la punta de sus pies para no hacer ruido, y descolgó de su espalda un rifle.En ese momento Máximo pensó que los mataría, aunque no sabía por que. Sin embargo el extraño, luego de quitarle el cargador y el cartucho de la recámara se los dio a Máximo. -Sin duda tu sabrás usarlo mejor que yo, "Militar". -Le dijo el desconocido- Hay un refugio como a tres cuadras de aquí, en un anuncio redondo alto de la pepsi, es improvisado, pero es seguro, y hay otras tres personas, además de comida y agua. Si quieres descansar, puedes hacerlo. Sin agacharse, ni dejar de apuntarle con la espada, el desconocido impulsó con el pie la escopeta, la atrapó y se la colgó a la espalda, luego continuó su marcha sin voltear, y se perdió en la esquina de la calle. Máximo, tomó y cargó el rifle. Pensó en seguir a aquel desconocido, pero decidió primero llevar a su novia a aquel refugio del que habló, si es que acaso existía. Avanzó dos cuadras desoladas, encontró algunos cadáveres a los que se les había abierto el cráneo de un tajo, sin duda alguna con una espada, incluso encontró una cabeza totalmente cortada del cuerpo, que aún movía inútilmente las mandíbulas. Llegó sin más contratiempos a un anuncio redondo de Pepsi, era una gran esfera de poco más de cuatro metros de diámetro, puesta en un gran armazón de metal como a cuatro metros del suelo. El símbolo característico rojo y azul de pepsi, con grandes letras pintadas diciendo "Disfruta el sabor, PEPSI".A estas alturas Máximo vino a comprender que tal vez jamás volvería a tomar una soda. Regresó a la realidad, y vio a su grupo, vio el miedo en sus rostros, oyó los lastimeros gemidos de los no muertos abajo de ellos, recordó que aquella ocasión también había un grupo de personas en el anuncio de Pepsi, tenían algunos galones de agua purificada, comida en lata, y algunos botes de gas butano. Recordó como, casi una semana después, Blasco utilizó uno de esos para crear una distracción, para escapar del edificio de Omar. Si tan solo tuviera uno de esos botes, podríamos intentar lo mismo. Recordó como él y Blasco bajaron hasta el segundo piso del edificio, se asomaron por la ventana del patio trasero, arrojaron el bote en la explanada y sin la más mínima discreción, pues eso era parte del plan, le dispararon al bote. Debido a la presión con la que son cargados los aerosoles, el bote hizo una pequeña explosión, lo que atrajo a todos los no muertos que estaban frente al edificio, permitiéndoles salir por la puerta delantera hacia la camioneta que les permitiría escapar. -Aún tuvimos que enfrentar a algunos no muertos antes de llegar al vehículo, pero fue más práctico que toparnos con esa muchedumbre.
Recordó como calló en las garras de aquellos no muertos aquel joven de nombre Ezequiel cuando encendió por accidente la alarma de un coche, y Carlos, siendo atacado por esa horda en la tienda de OXXO por disparar un rifle que encontró, recordó como murieron, recordó que, debido a esas muertes, pudo darse cuenta que aquellos seres reaccionan al sonido.
Si tan solo pudiera crear una distracción sonora. Regresó su mente a su actual situación y miró en todas direcciones. Nada, ni aerosoles, ni galones, solo algunas láminas de zinc, unas tablas, y algunas tejas. -¡Puta madre! -pensó en sus adentros- ¡¿Que chingados puedo hacer con esto?!Le vinieron a la mente los recuerdos de su deserción, cuando en aquella casa de madera y techo de zinc, algunos de sus superiores negociaron con narcotraficantes el paso de drogas, escoltadas por el mismo ejército hasta un puesto de vigilancia en la frontera. Recordó la expresión en el rostro de su superior cuando le dijo que se negaba a participar.-General Escalante, espero que te estés pudriendo en el infierno, hijo de la chingada -Se dijo a si mismo, con una ligera sonrisa esbozada entre labios.Recordó como ardía en llamas aquella casa luego de que un grupo de asalto enviado por sus superiores llegó a acabar con aquella escoria humana.
-Un lanzallamas -Recordó que Blasco le dijo que le gustaría tener un lanzallamas. Aunque no estaba seguros de si el fuego acababa con esos engendros, había probabilidad de que haciendo hervir el cerebro, se aniquilara a lo que sea que lo activaba.
En días posteriores, durante su avance a la capital, Blasco había hecho un experimento. Blasco le comentó que, durante unos días que estuvo varado en el techo de una pequeña tienda, vio como se provocaba un incendio en una papelería al otro lado de la calle. Vio entonces, como algunos no muertos, que rondaban el lugar, se alejaron, de manera consiente o inconsciente se alejaban del fuego. Tal vez algún vestigio del instinto de supervivencia.
El experimento de Blasco fue al respecto a esa experiencia. Máximo recordó que su camarada preparó un cocktail molotov, y cuando encontraron al primer no muerto, encendió la mecha y lo arrojó justo entre ellos y el no muerto. Su teoría fracasó, pues el no muerto avanzó a través del fuego sin importarle, por el simple hecho de haber visto a sus presuntas presas.
-El fuego entonces no es la clave... a menos que... -Se dijo a si mismo, y comenzó a reír en sus adentros, y una sonrisa se dibujó en su rostro- Condenado Blasco, otra vez nos salvaste, ojalá y estés vivo, desgraciado.

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